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TEODORO PARRA SANCHEZ

 

DEL POEMARIO: " Un clavel en el asfalto "
 
La trucha vuela,
la mosca nada,
todo lo arastra el río
con Agua de caracolas.
En el coral rojo
mecen las ostras
a sus perlas,
pero una tiene
un diamante
deseoso de abrazar
la inmensidad del mar.
Se ha parado la libélula
y a través de sus alas trasparentes
se pueden ver las flores
del otro lado del río.
Esperando está la garza
que se aclaren las aguas
para poder pescar con su pico
al pez plateado.
Fango negro y oscuro,
aguas turbias detenidas
y sin embargo
aquí es donde destacan
las carpas doradas.
Luz que todo lo envuelves,
diamante estrella sin fin,
fulgor de plata, destello,
muerte de eterno vivir.
Niño que acuna la luna
en su arco de jazmín,
aromas del universo,
todo sobre la frente,
presente, pasado y futuroo,
en un instante morir.
Me gusta contemplar
el arco de tu sonrisa relajada
volando bajo dos estrellas alegres.
Si no fuera por ti, hilo de oro,
¿quién podría distinguir
el mar del cielo?
Si no fuera por ti,
hilo de plata, ¿quién podría distinguir
la arena del agua?
Si no fuera por ti, hilo infinito,
­como distinguir el mundo de la eternidad!
Toda la soledad
para estar entre todos,
para no estar con ninguno.
Toda la soledad
para dominar mis tormentos,
para atenazar mis rayos.
Toda la soledad
para calentar mis huesos.
Para limpiar mis llamas
toda la soledad
para navegar con el viento,
para sentir a la tierra verdadera madre.
Toda la soledad
para abrazar al árbol,
para arroparme con la montaña.
Toda la soledad
para sanar mi alma,
para curar mis heridas.
Toda la soledad
plato único de bocado exquisito,
alimento de amor.
Toda la soledad,
agua de vida,
sonido del silencio.
Toda la soledad
castillo de quietud,
piedra de fé.
Toda la soledad
para no sentirse
nunca más solo.
Todos los rumbos me llevan hacia ti,
no sabes como amo tu playa
sembrada de caracolas y de risas.
Soy como un barco que navegando
hacia tu playa de alegría se ha varado,
tus manos blancas y cálidas me envuelven
y un cielo de estrellas me arropa.
En el coral de tus labios me abandono
y los brazos de tu cuerpo me rodean
como la arena a los juncos de las dunas.
Sueño que soy una gota de lluvia
en tu corazón de orquidea,
impasible a las olas del océano.
Tú sonríes y me saludas,
por tu gesto vuelve el corazón a sentir.
Es el retorno
de la carpa dorada a su estanque.
La flor que se tornaba mustia
abre sus pétalos a su estrella;
las piedras secas reciben al río
y él las besa en sus resquicios.
El arco roto se tersa
y siete colores se esparcen por el cielo.
Tú sonríes y me saludas,
yo te contesto enamorado.
Como el sol al amanecer
que todo lo llena,
asi eres tú
cuando entras en el aula.
Primavera que viene
a mi encuentro
para ofrecerme su gesto
perfumado de rosa.
Parado queda el corazón
como una estatua
con el asombro de los ojos
que han visto el mar
por vez primera.
Ola con caracolas blancas
tu boca
que cubre todos los caminos
de mi huida
inundando toda la playa
caliente y seca,
así fue el primer beso
en aquella mañana.
Como anuncia la primavera
la flor del almendro,
así anuncia tu llegada
la sonrisa de tu boca
cálida y profunda
como una noche
de verano sin luna;
alegría de mujer que fundes las penas,
rayo de sol sobre el rocío de la mañana;
sonrisas de alas verdes tu vuelo
que se eleva como una palmera
sobre las dunas solitarias y secas
perlas negras te acompañan
espejos del alma donde nace el arco iris,
niños con arcos te vigilan,
centinelas de amor
que impiden el paso a la tristeza,
para que la jooya de tu corazón
sea como un diamante tallado
por los golpes de la vida.
Mi piel
que de tus labios
ha quedado prisionera
te busca y se desespera,
no encuentra
ni descanso ni reposo
echa de menos
tu calido beso y abrazo hermoso,
para hacer de este corazón
vacio y solitario
otro lleno de gozo
y embelesco dichoso.
Me gustan tus miradas furtivas
cuando se encuentran con las mias
atravesando el aula calurosa,
me gustan tus gestos suaves
repletos de curvas donde transitan
mis sentidos,
tu cabello rojo lleno de soles y de vida,
e intento adivinar
el tacto de tu piel sonrosada
cuando tus colores
se expanden por tus mejillas
fruto de una sorpresa,
mis ojos gozan parando el tiempo
y una y otra vez
tus manos van y vienen
como algas, en un suave movimiento
me embeleso
suspiro al ver la exhuberante buganvilla
de tus labios rojos
e intento adivinar porque mecanismo
en que momento tu mirada de agua marina
cubrió mi corazón de roca gastada
despertándola de nuevo a la vida.
Vuelo de dulce garza
nacida para volar,
algodón prendido al viento
espuma sobre la mar,
abanico de nácar tus alas
que ensombrecen la tierra al pasar
alas llenas de brisas
donde amaina el huracán,
olvida tristezas y penas
aguas turbias de cañaveral
vuela vuela siempre adelante
no pierdas tu verde mirar
sigue a los rayos del sol
que esconde la tierra al girar
no pierdas la plata del rio
no pierdas la infancia al volar
corazón de niña que flota
para posarse en los brazos del mar.
No sabes cuanto deseo
verte real y fuerte,
plantada en la tierra
como una via de acero
reposando sobre bellos gestos de madera,
cerca de ti a tu compañero
en un mismo viaje
sobre un mismo suelo
reinando sobre las rocas
amontonadas sucias y grises
brillando como el oro
que produce el desgaste
al soportar el tren de la vida
que un dia discurre por campos fértiles
de caricias y amor
y otros despacio y renqueante
a duras penas escala montañas
de fría nieve y hielo cortante,
no sabes cuanto deseo
que la estación plateada
te reciba engalanada de flores y de estrellas
de manos jubilosas de niños saltando
de globos libres y hermosas miradas,
para que los últimos tramos
te sean plenos de armonía
y fundidas quedan las vias
señalando con su vertice
el cielo infinito
cuando un último silbido
anuncia la parada
Estrella anaranjada del amanecer
derramas tu sangre generosa
huyendo de ti la oscuridad despavorida,
los rayos de tu cuerpo
tienen sangre de colores
que se esparcen presurosos,
de doradas joyas vistes a las errantes
de plata a la fiel consorte la tierra,
tus pétalos se derramaran animando la vida
y tu perfume penetra lo invisible,
­eres como una linterna
en manos de un todo inmaculado!
Sangre de cristal
que levantas el cuerpo
de los errantes
su morir de un dia,
solo tu conoces
las entrañas de la madre,
cristal hija de la estrella
la caricia de tus manos
toda dureza ablandada,
tus hijos verdes se extendieron
por toda la tierra
como un manto en el
lecho materno,
tu lluvia generosa fecundó
las pieles secas y rotas
y de un embarazo
brotaron flores como lágrimas
de una emoción alegre
al contemplar de nuevo la vida.
Salta esquiva lucha contra corriente
su instinto lo gobierna y
se libera del mundo, en un largo recorrido
busca su fuente y al final la reconoce,
sus aguas diamantinas lo abrazan el se abandona y se muere,
despues su esencia se derrama generosa
serpenteando rio abajo,
arriba una pregunta cruza el cielo
cuantos retornarán cuantos lograrán
ver la estrella que señala su pura fuente.
Se ha parado el halcón como un cometa,
quién sostiene el hilo que lo mantiene
quién desplegó el abanico de sus alas,
cómo se forjó su mirada soberbia
acaso solo fue trazado
para descargar sus golpes perfectos, o es que la muerte quiso airearse
con la más bella de sus formas.
Flamencos alargados
destellos tenues de sol,
sobre las aguas cristalinas
en los atardeceres rojos
se disipan lentamente.
Cielos de hierro y cristal
por las ventanillas enmarcados
estrellas exclavas de Neón
de soporte enlatado,
bandera de mi aflicción
que la monotonía a clavado
polvo que ciega mi luz
grietas en el sembrado
retorno gris del anochecer
miradas de ojos helados,
estériles campos de amor
a la vuelta del trabajo.
Refleja el sol en el guardabarros
de una bicicleta parada
como un cuarto creciente
en un cielo gris cuadriculado,
adorno de joya dorada
a los pies de la escalera
en las puertas del mercado.
Los zapatos golpean el suelo,
la camisa cae flacida
sobre una silla, una luz que se apaga,
unas voces
que llegan de la calle,
cabellos que se erizan
con el frescor de una sabana,
otro dia pasa.
Al esconderse el dia
danzan y caen mis pensamientos
como hojas frías,
desnuda la madera reposa
dulce letargo de la vida,
y en su sangre de pura plata
duerme la amada mia
esperando una estrella verde
esperanza de amor florida.
Una niebla de acero gris
penetra mi corazón gastado
de madera y este ya no sabe
si riega sangre
o copos de nieve.
Ciudad mar de luces
infierno o paraiso
como situar tu espacio ilusorio
de movimiento confuso,
no hay nada
para compararte a la montaña
y sin embargo empiezo a creer
que ésta es también
una ilusión
formada de grises y verdes.